Detecte los problemas con el turbo a tiempo, acá le decimos cómo



Y es gracias a la turbina que este sistema logra aumentar la cantidad de aire que llega a la cámara de combustión, con mayor oxígeno hay una mejor combustión y es posible conseguir más potencia del motor con cilindradas más bajas. 

Todos los motores diésel cuentan actualmente con turbo, cada vez más mecánicas de gasolina, consiguiendo mayores prestaciones sin que se dispare el consumo. El problema es que la turbina gira a más de 200.000 revoluciones por minuto para poder cumplir con su trabajo y a temperaturas de hasta 1.000 grados centígrados. ¿Qué significa? Que es propenso a sufrir averías, radicando en que no son precisamente económicas 



El fallo de lubricación es uno de los mayores problemas con el turbo, según los ingenieros de Total, España. Por el exceso, por defecto o por el empleo de aceites de mala calidad. Un exceso de carbonilla en el lubricante también puede provocar que el turbo se rompa por obstrucción 

¿Cómo saber si el coche con turbo tiene problemas? Preste atención a estos determinados avisos: 
  • Humo azul en el escape: este es uno de las muestras de fallos más recurrentes, el eje del turbo gira sobre unos casquillo de bronce que flotan en el aceite a presión. Los casquillos son herméticos, si llega a haber una fuga de aceite, éste pasará al sistema de admisión. Cuando el aceite se dispara, el color del humo de escape lo delatará.  
  • Ruidos extraños: cuando el eje se mueva en el turbo está seguramente mal lubricado  y sufrirá roces, rompiendo los extremos de las palas de la turbina. Si hay algún ruido extraño es indispensable que lleve el coche al taller Diesel Motors en Cali, antes de que esas virutas lleguen a la cámara de los cilindros y el mal sea mayor.  Cuando el sonido es agudo, aumentará o disminuirá la función de las revoluciones del motor, quiere decir que hay holguras en los casquillos sobre los que rueda el eje las turbinas (normalmente puede haber problemas de lubricación).  
  • Luz de fallo del motor y falta de potencia. El turbo trabaja bien lubricado y limpio. Cuando hay demasiada carbonilla (un problema más grave en los diésel, puesto genera más hollín) el sistema suele avisar del agarrotamiento de la “geometría variable”. Cuando pise el acelerador, éste no responderá como es debido (el turbo no entra en funcionamiento y el coche no tiene fuerza) ya que la propia electrónica impide que actúe para evitar males mayores. 
  • Menores prestaciones. El control de presión del turbo se realiza mediante una membrana. Si ésta se perfora, la presión de soplado será irregular, se activará el modo de emergencia y el coche no funcionará como es debido. Acuda al taller cuanto antes. 
  • Silbidos frecuentes. Los manguitos y abrazaderas pueden aflojarse o agrietarse a causa de los constantes cambios de presión. Cuando el motor “silbe” será  como una especie de aspiración, aunque a veces es tan bajo que el conductor, por el ruido del tráfico o de la radio, no lo siente. 

Los expertos avisan de que la mayoría de estas averías pueden prevenirse con un mantenimiento adecuado del turbo. Las más habituales suelen estar relacionadas con el aceite: 
  • No hay suficiente lubricante. Suele ocurrir porque la bomba de aceite tiene algún problema o porque un latiguillo se ha obstruido. Si esto ocurre, las piezas se estropean, debido a la fricción. Si el nivel del aceite baja, revise los manguitos y lugares por donde puede estar perdiéndolo. 
  • El aceite está sucio: Para cuidar el turbo (y también su bolsillo) es clave un buen mantenimiento del aceite. Si no se cambia el filtro y el aceite cuando es debido, puede contener impurezas que acaben llegando al turbo y dañarlo. 
  • Utilizar un aceite no adecuado: los aceites sintéticos cuentan con aditivos detergentes que ayudan a evitar que esa carbonilla se una, el aceite se espese y estropee el turbo. Siempre cambie el filtro cuando cambie el aceite. 

Fuente: Total blog
Redactado por: laboratoriodieselmotors.com
Por: Jessica Vasquez Carvajal





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